EDITORIAL
En medio del infortunio que se vive en República Dominicana, donde no se sale de una, movido por la falta de consciencia por parte de aquellos que están llamados a mantener el orden público y que muchas veces lo que hacen es lucrarse con la desgracia de los más necesitados, el pueblo debe abrir bien los ojos para no caer en manos de los indolentes que aún siguen o están colocados en posiciones por conveniencias políticas por enllavismo con algún personaje del gobierno de turno.
Y es que ya no se sale del asombro por lo que acontece en esta media isla, un militar de alto rango asesina a un ciudadano por haberle grabado, mientras este realizaba una transacción al parecer de dudosa procedencia y que perjudicaba al personaje en cuestión.
En el caso de la reforma policial que no ha dado resultado alguno, pero que cada día se hace necesario, dado la complicidad de muchos de sus miembros con actos reñidos a la moral o a lo legal y a la ética profesional, desde el más pequeño hasta el más alto rango institucional.
Por otro lado, los actos delictivos que se cometen a diario en toda la esfera nacional, desapariciones, asesinatos, intercambios de disparos, delincuencia generalizada, criminalidad, tráfico de influencias, falta solidaridad, hambre, miseria y por último el transfuguismo político que tiene al pueblo cansado hasta la saciedad.
Con todo lo que está pasando hay que tener cuidado, porque de continuar así este barco se está yendo a la deriva, entonces puede ser tarde, cuando las autoridades abran los ojos ya no habrá tiempo para actuar de manera responsable.
El presidente de la república Lic. Luís Abinader, tiene muy buenas intenciones de llevar el país por un sendero transitable, pero al parecer no se ha rodeado del personal adecuado para tales fines, en tanto la base del Partido Revolucionario Moderno (PRM) clama por empleos, quizás con debidas razones por haber trabajado para alcanzar el poder, lo que entienden ellos esto garantizaría una plaza en el tren gubernamental, pero no ha sido así.
Sin embargo, ha quedado demostrado que mucho del personal que ha podido escalar a ciertas posiciones no están debidamente capacitados o en consonancia con las posiciones que desempeñan, incluyendo en el cuerpo diplomático, donde muchos de ellos solo han venido a lucrarse económicamente pero no a servirle al país, muestra de ello las constantes quejas por el mal servicio y los altos precios de los mismos que cada día hacen crecer el enfado ciudadano que busca de ellos. Mientras todo esto se da, el pueblo mira con indignación el transfuguismo políticos de aquellos que vienen saltando de partido a partido en busca de posicionarse en el seno institucional por encima de aquellos que han dejado la suela de los zapatos trabajando arduamente buscando el voto para llegar al poder y solo mira como algunos saltarines que vienen de otro lado ocupan posiciones que ellos entienden deberían ocupar, pero el presidente Luís Abinader es quien tiene el mando en sus manos y es quien sabe en cuales posiciones debe colocar a sus adeptos, amigos o relacionados