
Los conceptos emitidos en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor
Por: Becker Márquez Bautista
Amigo lector. Desde la expansión del Internet y el uso descontrolado de los móviles en nuestra sociedad, hemos venido observando un profundo deterioro de un recurso tan apreciado como es la verdad; desde las redes sociales, específicamente en los grupos de WhatsApp, la desinformación se esparce sin medidas y sin control alguno. Esto constituye uno de los mayores retos a enfrentar en el futuro, ya que es la mayor preocupación de los países democráticos y evidentemente de nuestra sociedad.
Detrás de las noticias falsas o fake news se articulan, en numerosas ocasiones, estrategias para manipular la opinión pública y erosionar la estabilidad de los Estados, de sus instituciones y de los propios ciudadanos. Los bulos y la desinformación representan desde hace tiempo una amenaza global para la libertad y para la democracia, muchas veces nos hacemos eco de difamaciones e injurias sin contactar la veracidad de dicha información, es muy penoso que jueguen con la debilidad mental y de análisis así como con las emociones de nuestros ciudadanos.
En el contexto actual, asistimos a un desorden informativo que genera incertidumbre en todos los terrenos. La desinformación supone el polo opuesto del buen hacer periodístico o de un buen comunicador que dicho sea de paso no es periodista sino un sabelotodo, del rigor, del contraste de fuentes y de la fundamentación en los contenidos noticiosos.
El gran despliegue de redes sociales y las posibilidades de que la ciudadanía pueda emitir contenidos a través YouTube y otros medios, sin poseer el criterio que otorgan las pautas de cómo elaborar información de calidad, deriva en un fenómeno preocupante, al que con frecuencia se denomina ”infodemia». Como solución a este problema de escala global, se propone la alfabetización mediática a la ciudadanía, que implica dotar a las personas de las habilidades necesarias para saber analizar los mensajes y las intenciones que pueden esconderse tras las fuentes.
La propagación de rumores y falsedades es una característica inherente al ser humano, pero, con la llegada de Internet, su alcance se ha disparado como lo señalamos más arriba. La velocidad de difusión y viralización ha aumentado exponencialmente, multiplicando el número de desinformaciones y su accesibilidad, las informaciones falsas tienen una mayor probabilidad de volverse virales en las redes sociales, donde miles de seguidores las validan y comentan, generando un efecto multiplicador.
La posverdad no solo implica la ignorancia o el menosprecio de la verdad objetiva, sino que también socava conceptos fundamentales como la imparcialidad, el contraste de la información y el respeto a las demás personas. Se relaciona estrechamente con fenómenos como la mentira, la ignorancia, la desinformación y el populismo, que caracterizan a las redes sociales, donde se propagan ideas falsas y manipulación con el objetivo de desacreditar o difamar.