
Por Andrés Gómez Solís
El movimiento Marcelino Vega está atravesando por su peor crisis institucional, provocado por el minúsculo grupo que lo secuestró y que jamás entendió la dialéctica de la vida. Este aplicó, por la fuerza irracional, y mediante mecanismos antidemocráticos, costumbres y comportamientos mañosos con el propósito de controlar a la perpetuidad al Colegio Dominicano de Periodistas.
Para morir, hay que nacer primero. Nada, ni nadie, se escapa a esta realidad. Lo único que perdura más allá de la muerte son las ideas y el prestigio bien ganado por el imperio de justicia. El CDP, que nació fuerte y prestigioso, hoy lucha tenazmente por su subsistencia fruto de un cáncer provocado por la tensión a que ha sido sometida a lo largo de su historia por ese grupo que, equivocadamente, se instaló para desflorar una institución para provecho personal, no para beneficio de sus colegiados.

El humano es un ser que tiende a tropezar con el mismo obstáculo, por no decir piedra. Cierra su entendimiento por conveniencia, se resiste, por ambición, a aprender de los errores de otros.
En su tosudez por mantener secuestrado al CDP, ese grupo, conocedor de la realidad de que ha perdido la simpatía de la mayoría de los colegiados, maniobra para imponerse por vía del chantaje, inscribiendo nuevos periodistas, cuyas solicitudes de miembros están incompletas, incluso, manosea la fracasada idea de inhabilitar nuevamente la candidatura del veterano periodista Rafael Polanco, encabeza la plancha opositora Unidad y Rescate, respaldada por seis movimiento que son, Frank Peña Tapia, Dos Generaciones, Convergencia, Raffi Durán, Juan Andújar y sobre una pregunta base que se desconoce, pero que esa coalición de fuerzas está atenta a cualquier maniobra para enfrentarla.
Para evitarle mayor daño a la imagen del gremio profesional se designó una comisión encabezada por Rafael Polanco para explorar vías a fin de que se realice una campaña sin traumas, para lo cual se ha reunido en varias ocasiones con el presidente del CDP, Aurelio Henríquez.
Es hora que el Marcelino Vega dedique su tiempo a estructurar su oferta electoral y dejar de lado la aventura de fraudes, que en estos momentos no es viable por múltiples razones, una de ellas, la voluntad férrea de una gran mayoría de los colegiados periodistas, incluso de marcelinistas cansados del comportamiento de ese grupo que como rémora viven del CDP.