
Los conceptos emitidos en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor
Por Néstor R. Ramírez
Ante los cuestionamientos éticos que pesan sobre algunos de los candidatos propuestos por los grupos que participan en el proceso electoral del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP), considero que aún estamos a tiempo de presentar una candidatura de consenso. Una candidatura que realmente entusiasme y atraiga a los periodistas que, por razones ampliamente conocidas, se han desvinculado de las actividades del CDP.
Hay que aprovechar la coyuntura histórica que ha surgido con la fragmentación del Movimiento Marcelino Vega (MMV) en dos facciones, para cambiar la mala imagen del Colegio y enderezar el rumbo de esta institución, que se encuentra al borde del colapso, tanto en su estructura física como en su imagen ética y moral. El CDP ha sido degradado hasta lo más profundo por la continuidad de una dirigencia permisiva, que ha flexibilizado irresponsablemente el ingreso de personas no calificadas, en violación a lo establecido por la Ley 10-91 y el reglamento interno del Colegio.
En este momento se impone una revisión y una profunda reflexión, para superar la crisis de los grupos, que levantan banderas personales alejadas de la realidad institucional. Se debe armonizar y postular un candidato consensuado que represente a todas las partes y, por consiguiente, a la mayoría de los periodistas colegiados.
Ahora es el momento. De lo contrario, continuará el mismo ciclo de siempre.
Si el grupo del MMV que eligió al profesor Luis Pérez resulta victorioso, una vez más se repetirá el círculo entre ganadores y perdedores. Mientras tanto, el CDP continuará siendo dirigido por coordinadores envejecidos, con mentalidad individualista y enfocados en beneficiar únicamente a sus acólitos.
El problema no es objetar una candidatura por una derrota pasada, sino saber ser coherente e ir más allá de una elección perdida. Muchas veces, dirigentes de partidos o grupos atribuyen las derrotas a los candidatos, sin asumir su propia falta de compromiso ni haber unido esfuerzos en su defensa.
No resultar electo en un torneo electoral no significa que esa persona ha perdido su valor ni su oportunidad.
Existen múltiples ejemplos:
- Leonel Fernández perdió y luego ganó.
- Andrés Manuel López Obrador, expresidente de México, perdió más de una vez y finalmente triunfó.
- Luis Abinader, considerado perdedor en 2016, ganó en 2020 y fue reelecto en 2024.
Objetar la candidatura de Rafael Polanco por el hecho de haber sido excandidato derrotado resulta una incongruencia, y una muestra de poca fe.
Tampoco es válido el argumento de su salud, pues él ha expresado su disposición a asumir el reto.
El paso del tiempo debilita el cuerpo, pero no necesariamente el espíritu ni la capacidad intelectual y estratégica.
Además, todos los coordinadores de los grupos internos del CDP —sin excepción— enfrentan alguna condición de salud. Por tanto, usar ese argumento contra Polanco, sin mirar introspectivamente a la realidad de los demás dirigentes, es una forma de ceguera selectiva.
Los grupos que impulsan esta objeción a una candidatura unitaria en torno a la figura de Rafael Polanco, lo que realmente buscan es perpetuar el control del MMV sobre la conducción del Colegio.
Ninguno de los dos candidatos propuestos por las facciones del dividido Movimiento Marcelino Vega representa el cambio que necesita el CDP en este momento. Si gana cualquiera de los dos, será más de lo mismo.
A Luis Pérez se le señala por su falta de carácter para tomar decisiones en momentos clave. Su pobre desempeño como presidente de la Comisión Electoral en las pasadas elecciones del CDP en la seccional de Nueva York es un ejemplo claro.
A José Beato, se le cuestiona por haber ingresado al CDP por la “puerta trasera”, a través del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP), sin cumplir los requisitos que exige la Ley 10-91 ni el reglamento interno del Colegio.
Beato replicó la conducta de Olivo de León, quien también dio el salto directo desde el SNTP a la presidencia del Colegio, sin haber ocupado antes una posición jerárquicamente inferior.
La postura del grupo Raphy Durán, que ha manifestado su rechazo a las candidaturas de Beato y Luis Pérez, refleja una intención de distanciarse de la intransigencia y las apetencias personales de los grupos Convergencia, la facción del MMV liderada por Aurelio Henríquez, y algunos miembros de Dos Generaciones.
No obstante, aunque comparto su rechazo a esos dos candidatos, difiero de la decisión del grupo Raphy Durán de dejar a sus miembros votar libremente por cualquiera de ellos. En este punto, lo ideal sería llamar a no votar, como una forma clara de protesta ética.