El juicio, que debía haberse celebrado en Jerusalén, se ha trasladado a la capital israelí por razones de seguridad, y se desarrolla en una sala subterránea a prueba de bombardeos
Por primera vez, un primer ministro israelí en activo ha declarado en un juicio por corrupción. Benjamín Netanyahu está acusado de fraude, soborno y abuso de confianza, aunque él lo ha negado y ha tildado estas acusaciones como “una caza de brujas”. Está acusado de tres casos de regalos por parte de amigos millonarios, y también favores para magnates de los medios a cambio de una cobertura favorable. Ha convocado hasta cinco elecciones diferentes en este periodo y ha sacado adelante una polémica reforma judicial para limitar el poder de los jueces, allanándose el camino.
Netanyahu dice estar encantado de poder declarar, pero la realidad es que su equipo legal ha retrasado este momento todo lo que ha podido. El primer ministro israelí llevaba cinco años dilatando este momento, pero ahora va a tener que testificar tres veces por semana, seis horas cada día. Sus abogados han pedido en reiteradas ocasiones seguir retrasando su comparecencia. En la primera de ellas, que ha tenido lugar este martes, Netanyahu ha testificado en una corte de Tel Aviv durante cuatro horas y ha vuelto a negar las acusaciones, calificándolas de “absurdas”.
El juicio, que debía haberse celebrado en Jerusalén, se ha trasladado a la capital israelí por razones de seguridad, y se desarrolla en una sala subterránea a prueba de bombardeos, según Reuters. Fuera de la sala, unas 200 personas protestaban contra su Gobierno por distintos motivos, entre ellos familiares de los rehenes retenidos en Gaza, informa Efe.
Acusaciones “absurdas”
«Esta es la oportunidad para disipar las acusaciones en mi contra. Hay un gran absurdo en las acusaciones y una gran injusticia», declaró Netanyahu ante el tribunal que le juzga. El primer ministro ha asegurado que ha esperado ocho años «para decir la verdad».
Netanyahu ha respondido a preguntas sobre uno de los casos por los que se le juzga, el llamado Caso 1000. En el mismo está acusado de fraude y abuso de confianza por recibir regalos del empresario Arnon Milchan entre 2007 y 2016, a cambio de favores relacionados con intereses comerciales y la obtención de visados.
El primer ministro ha calificado estas acusaciones de «doblemente absurdas». «Eso es una mentira total. Trabajo 17 o 18 horas al día. Todo el que me conoce lo sabe», ha afirmado, y ha negado haber recibido regalos como puros o champán. Netanyahu también ha asegurado que su esposa, Sara, ha sido objeto de una «terrible difamación», y ha vuelto a criticar a la prensa.
En un momento de la audiencia, Netanyahu pedió una pausa de dos minutos para atender asuntos de seguridad nacional. Posteriormente, a preguntas de su abogado, afirmó que las acusaciones no le afectan. «Si digo que es una gota en el mar, sería una exageración. Estoy ocupado con asuntos de importancia mundial», ha dicho.
Fraude, cohecho y abuso de confianza
El juicio por corrupción contra Netanyahu se inició hace más de cuatro años, en noviembre de 2019. La Fiscalía presentó cargos por, supuestamente, haber recibido regalos a cambio de favores y por presiones para lograr una imagen positiva sobre su gestión en medios de comunicación.
La Fiscalía le acusa de regular a favor de la empresa de comunicación Bezeq Telecom Israel a cambio de una cobertura positiva en internet, y de llegar a un acuerdo en el mismo sentido con el dueño de Yediot Ahronot, uno de los diarios más leídos de Israel.
El juicio como tal comenzó en mayo de 2020. Netanyahu se declaró «no culpable» en 2021 y se presentó como víctima de una persecución política. Aparte de los casos que tiene pendientes con la justicia israelí, contra Netanyahu pesa también una orden internacional de detención de la Corte Penal Internacional (CPI) por posibles crímenes de guerra y lesa humanidad en la Franja de Gaza al menos desde el 8 de octubre de 2023.
Fuente: La Razón