Autor: Dra. Katty Gómez, Médico Psiquiatra, experta en Psiquiatría Forense, Perfiladora Criminal con un Magister en Análisis e Investigación Criminal, Certificada por la Cifal Argentina (193 países).
Durante la última década han existido enormes y maravillosos avances en el ámbito de las neurociencias. Evidentemente esto se debe a esfuerzos en conjunto de las diversas áreas de la neurociencia y la criminología, las cuales han logrado nuevos modelos explicativos de la conducta violenta.
Las neurociencias a partir de la neurocriminología, han venido a revolucionar el campo jurídico, llegando al punto de que con sus aportaciones se logre mejorar el sistema jurídico y eficientizar la aplicación en las ciencias del derecho, donde lograr hablar de neuroderecho (neurolaw) es el mayor de los retos en la modernidad, el cual invita al desarrollo de investigaciones responsables, pudiendo establecer solidez en sus conocimientos científicos en torno a la conducta humana y sus implicaciones legales, conjuntamente con las más innovadoras ideas en el área de evaluaciones neuropsicológicas y neuroimagen, donde la tendencia es a ser usadas cada vez con mayor frecuencia en el ámbito del derecho y del sistema de justicia.
Por otro lado, la neurocriminología es una subdisciplina emergente de la criminología que, desde la perspectiva biopsicosocial, persigue poner en práctica métodos y técnicas de investigación de la neurociencia para entender, anticipar e intervenir la delincuencia con la finalidad de poder desarrollar estrategias e intervenciones más efectivas y eficaces.
Esta revisión bibliográfica se centra en las variables biológicas del comportamiento violento, con mayor exactitud se expondrán las diferentes estructuras del sistema nervioso que intervienen en dicha conducta. Esta es una revisión actualizada de la neurocriminología, donde se valoran los diferentes factores psicobiológicos que intervienen en la conducta violenta, pretendiendo exponer la importancia de la aplicación de las mismas en el marco jurídico-penal.
Palabras claves: neurocriminología, conducta violenta, neurolaw.
I. Introducción
Las conductas violentas dan al traste a una problemática social, la cual está presente en la cotidianidad de la interacción de los seres humanos y que de manera frecuente son sometidos a algún tipo de violencia. Los resultados de dichas conductas violentas se reflejan en las distintas áreas del diario vivir, lo que permea la seguridad del individuo en sus hogares, en la salud, la economía y posteriormente en el desarrollo de una nación, teniendo un deterioro en todo lo mencionado anteriormente, (ONU, 2010).
Las manifestaciones de la violencia, según diversos autores, no solo va al plano de la afectación física, más bien traspasa el límite de la salud mental, desencadenando alteraciones sociales y personales en los individuos.
Ciertamente la conducta violenta se visualiza de manera física y en lo sociocultural,. (Galtung, 1998).
Algunos sociólogos identifican las acciones violentas con la desigualdad entre los grupos sociales, favorecida por los sistemas políticos, sociales y económicos de la sociedad en general.
La violencia cultural, manifestada en diversos aspectos que se comparten intersubjetivamente, como: religión, arte, ciencia, ideologías, usados para justificar o legitimar la violencia directa o la estructural, en el caso de esta última está evidente en comunidades, llegando a ser un factor prevalente para su perpetuación en el tiempo (Martínez y Amar, 2017).
El efecto generado por las conductas violentas, hace inminente su estudio y análisis para buscar la manera de tomar acciones y prevenir. (OMS, 2016).
Un informe dado por la Organización Mundial de la salud, emite datos de unos 133 países, donde refiere la violencia de tipo mortal y no mortal, dicho reporte mostró cifras impresionantes sobre violencia; en 2012 hubo 475.000 muertes por homicidio, donde el 60% eran varones de 15 a 44 años, lo cual convierte el homicidio en la tercera causa de muerte en varones. de este grupo de edades. Determinó además que los países de bajos y medianos ingresos eran quienes mostraban altas tasas de homicidios; la región de las Américas con 28.5 homicidios por 100.000 habitantes, seguida de África con 10.9 homicidios por 100.000 habitantes.
El mismo informe mostró que en los años 2000 y 2012 disminuyó la tasa de homicidios de aproximadamente el 16% a nivel mundial, aun así, es alta. El 39% en los países con ingresos altos y 13% en los países de ingresos medios altos y se evidencia que en los países de ingresos bajos el descenso fue menor con solo un 10% (OMS, 2016).
Por lo anterior expuesto entiendo la importancia de buscar alternativas, herramientas para esta problemática mundial.
Evidentemente las repercusiones en lo económico, producto de la violencia hace que un país retrase su crecimiento integral y de sus ciudadanos, aunque sabemos que existen múltiples consecuencias a nivel social y de salud referente a la conducta violenta.
Por su parte, la República Dominicana no está exenta del fenómeno de conductas violentas.
El 73% de los hombres agresores de sus parejas, no creen que son violentos, lo se convierte en un elemento de uso a la hora de justificar sus acciones, las que atribuyen a cualquier otro factor. (Centro de Intervención Conductual para Hombres, 2022).
En el año 2021 de enero-marzo, la tasa de homicidios estuvo en 10.9 homicidios por cada 100 mil habitantes; para el año 2020 fue de 9.2. Siendo Santo Domingo con 25% la de más alta incidencia de homicidios, seguido de la provincia de Santiago con 12%, Distrito Nacional con un 9%, así mismo San Cristóbal con un 9% y 7% la Provincia Duarte. Los homicidios registrados en este periodo fueron 287, se observó un aumento de 30% (66 muertes más) en comparación con el mismo periodo del año anterior que fueron 221 homicidios. (Observatorio de seguridad ciudadana, 2021).
Ciertamente Se hace necesario tratar de disminuir estratégicamente la violencia en la República Dominicana.
Fuente: DiarioSalud.do
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