Solicitan la intervención de la ONU para regular el derecho a la alimentación saludable
En un documento conjunto, Asia, África y América Latina afirman que el trigo HB4 de la empresa Bioceres no cuenta con estudios de inocuidad y denuncian que incluso tiene menos productividad que el trigo convencional
Organizaciones de América Latina, África y Asia denunciaron los efectos nocivos del trigo transgénico que ya se consume en Argentina y amenaza llegar a otros países. En un detallado documento de 14 páginas, movimientos sociales, campesinos y pueblos indígenas solicitaron la intervención de relatores especiales de Naciones Unidas (ONU) por los riesgos para la alimentación, la salud y el ambiente que implica el transgénico de la empresa Bioceres. Confirmaron que no existen estudios independientes que confirmen su inocuidad, denunciaron al peligroso herbicida glufosinato de amonio e, incluso, afirmaron que es menos productivo que el trigo convencional.
“No al trigo transgénico. Alianza mundial busca la intervención de la ONU contra el cultivo de trigo transgénico HB4”, es el título del comunicado de la organización internacional Grain que da cuenta de la insólita –e irregular– forma de aprobación del transgénico en Argentina, Brasil y Paraguay: en base a supuestos estudios de la propia empresa que lo comercializa e, incluso, con documentación que es confidencial.
Sin estudios confiables
Entre otros aspectos fundamentales, destacan que la población de Argentina se está alimentando con harinas que contienen un transgénico que carece de estudios respecto a la salud y, además, contaminado con el agrotóxico glufosinato de amonio (más letal que el conocido glifosato).
“La aprobación del trigo HB4 ha causado mucha preocupación en un amplio sector de la sociedad, porque su siembra y consumo vulnerará derechos humanos, como el derecho a la vida, a la salud, a la alimentación adecuada y a la soberanía alimentaria, a un ambiente equilibrado y libre de contaminación, al acceso a la tierra y territorio; al derecho a autodeterminación de los pueblos y comunidades locales”, señala el documento que fue dirigido a siete Relatores Especiales de Naciones Unidas.
En consecuencia, se solicita que insten a los gobiernos de Argentina, Brasil y Paraguay para que suspendan las autorizaciones para el cultivo de trigo transgénico HB4. Los destinatarios son Marcos Orellana (Relator sobre Sustancias Tóxicas y Derechos Humanos), David Boyd (Derechos Humanos y Ambiente), Michael Fakhri (Derecho a la Alimentación), Pedro Arrojo-Agudo (Derecho al Agua Potable), Olivier De Schutter (Extrema Pobreza y DDHH), Francisco Cali Tzay (Derechos de los Pueblos Indígenas) y Tlaleng Mofokeng (Derecho a la Salud).
Derecho a la alimentación
El trigo transgénico fue desarrollado y es comercializado por la empresa de origen argentina Bioceres-Indear, donde tuvo un rol fundamental la científica del Conicet y de la Universidad del Litoral, Raquel Chan. La Comisión Nacional de Biotecnología (integrada exclusivamente por impulsores del agronegocio, incluso gerentes de las multinacionales) dio el visto bueno en 2018, a libro cerrado y sin publicar los estudios en ninguna revista científica. La aprobación final fue en mayo de 2022, cuando Julián Domínguez (entonces ministro de Agricultura) dio luz verde al pedido de Bioceres-Indear (la firma administrativa corrió por cuenta de Luis Contigiani).
En marzo de 2023, la empresa Bioceres-Indear informó que 25 molinos ya mezclaban el trigo transgénico con el convencional para libre distribución. Se trata de un hecho de trascendencia mundial: por primera vez un trigo modificado genéticamente está en los alimentos de consumo masivo (pan, pizzas, empanadas, fideos y todos los usos de la harina). Y, más grave, la población no tiene posibilidad de identificar si está comiendo un producto con transgénicos o no: en Argentina no existe un etiquetado de transgénicos.
Elizabeth Bravo, integrante de la organización Acción Ecológica de Ecuador y una de las impulsoras del documento dirigido a Naciones Unidas, recordó que Argentina es un país exportador de trigo y destacó el riesgo para la población: “El trigo es fundamental en la dieta de los ecuatorianos, como de muchos otros pueblos del mundo, porque está presente desde el desayuno hasta la cena. Sería terrible que comencemos a comer un trigo que proviene de una modificación genética y que además tiene residuos mayores de plaguicidas como glufosinato de amonio”.
Una tecnología deficitaria
Leonardo Melgarejo es integrante del Movimiento Ciencia Ciudadana de Brasil e integrante de la Uccsnal (Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza de América Latina). El activista remarcó la enorme gravedad de que el trigo transgénico no cuente con evaluación científica de impactos en la salud de la población. “Este transgénico se ha transformado en un problema internacional, por eso esta acción conjunta de organizaciones de tres continentes. Este trigo contamina la alimentación básica de las población y, sin duda, va a contribuir en el acaparamiento de tierras en pocas manos y la afectación del agua, de la vida campesina y de los pueblos indígenas”, afirmó.
Fernando Frank, investigador de Argentina, ingeniero agrónomo e integrante de Uccsnal, apuntó a un eje central que desnuda la publicidad empresaria y mediática respecto al trigo de Bioceres. “El trigo HB4 es un fracaso productivo, es un escándalo porque, además de los impactos negativos en la salud y la alimentación, están vendiendo una tecnología que promete producir más pero que en realidad produce menos, lo confirman los propios datos certificados por el Estado”, afirmó Frank.
Frank y Melgarejo son dos de los autores de la publicación científica “Controversia por el pan nuestro de cada día”, publicada a fines del año pasado, que confirma que el trigo transgénico es menos productivo que el trigo convencional. Firmada además por los investigadores Gabriel Bianconi Fernandes y Rubens Onofre Nodari, el «paper» da cuenta, con tablas y cifras del Ministerio de Agricultura de Argentina, que el trigo transgénico tiene menos productividad que su variante convencional. “Los rendimientos (del trigo transgénico) fueron significativamente inferiores a la media de trigo del país. La conclusión es que el mayor rendimiento de la variedad HB4 –la principal ventaja anunciada por Bioceres– no ha sido probado en el campo”, ratifica el estudio científico.
En 2020, más de mil científicos del Conicet y de 30 universidades públicas de Argentina repudiaron la aprobación y alertaron los riesgos para la salud de la población e, incluso, para la producción agropecuaria y los derechos humanos. “Esta autorización remite a un modelo de agronegocio que se ha demostrado nocivo en términos ambientales y sociales, causante principal de las pérdidas de biodiversidad, que no resuelve los problemas de la alimentación y que amenaza además la salud de nuestro pueblo confrontando la seguridad y la soberanía alimentaria”, comenzaba el escrito dirigido al gobierno nacional y a las autoridades del Conicet.
Fuente Resumen Latinoamericano