Mientras las fuerzas ucranianas amplían su control en territorio ruso, el Ejército de Kiev pierde terreno en el Donbás. La incursión en Kursk podría desempeñar un importante papel político en el desenlace de la guerra o convertirse en una pesadilla militar para ambos bandos.
Los rusos y los ucranianos parecen luchar en dos dimensiones paralelas: ambos ejércitos contendientes se atribuyen éxitos militares en dos regiones diferentes.
Mientras la incursión ucraniana en el territorio ruso occidental de Kursk parece ganar terreno de forma constante, los rusos están cerca de lograr un objetivo propio en el Donbás tras tomar la ciudad de Niu-York y avanzar sobre un nudo de transporte clave de Pokrovsk.
En la zona de Kursk, las fuerzas ucranianas intentan apoderarse de Korenovo. La caída de esta ciudad les permitiría reforzar sus defensas en territorio ruso y construir una ‘zona tampón’ coherente para proteger Járkov y otras ciudades del norte. Esta zona tampón, declarada por el presidente Zelenski como el principal objetivo de la incursión, sería un gran éxito operativo para los ucranianos.
Los diferentes objetivos de ambas partes conducen a diferentes medidas del éxito: los funcionarios de Kiev vigilan de cerca el número de kilómetros cuadrados de territorio ruso que controlan sus militares, mientras que las fuerzas rusas pretenden desmantelar las fortificaciones ucranianas que se han construido en el Donbás desde 2014.
Ambas ofensivas se suceden, además, a diferente velocidad: el avance de Ucrania en la región de Kursk es actualmente más rápido que el de Rusia en el Donbás, y aunque Ucrania puede verse obligada a retirarse allí, ya ha dañado infraestructuras de transporte que podrían dificultar aún más la marcha hacia delante de Rusia.
Apalancamiento político y diplomático
La ofensiva por sorpresa de Ucrania en Kursk levantó ampollas en todo el mundo, y su verdadero propósito sigue siendo un misterio. Algunos expertos creen que Kiev pudo haber tenido en mente las elecciones estadounidenses cuando lanzó el ataque.
«Una de las explicaciones de esta operación por parte de los ucranianos es ganar influencia porque se acercan las elecciones en Estados Unidos», dijo Joni Askola, analista militar finlandés de la Universidad Carolina de Praga. «Muchos socios y aliados de Ucrania están quizá empezando a impulsar esta idea de las negociaciones y Ucrania quiere mantener el control sobre ese proceso en caso de que se vean obligados a negociar».
«Así que, al tomar tierra en territorio ruso, [los ucranianos] mantienen el control de este proceso, hacen que sea menos probable que se vean forzados a cualquier negociación», añadió Askola. Todas las miradas se volverán hacia las elecciones presidenciales estadounidenses de los próximos meses, y su resultado influirá directamente en el papel del mundo occidental en la guerra de Rusia contra Ucrania.
En caso de que sus aliados occidentales la presionaran para entablar negociaciones, los ucranianos necesitaban tener un as en la manga que pudieran presentar a todas las partes, ya fueran socios o agresores, según los expertos. Otro objetivo de la incursión en Kursk era alejar a las tropas rusas del frente sudoriental. Sin embargo, según los observadores, hasta ahora Moscú no parece haber reducido significativamente su presencia militar en el Donbás y Kiev ha ordenado a la población civil que evacue la ciudad de Pokrovsk, probablemente el próximo objetivo de Rusia.
¿Subiendo la apuesta?
Tras su relativo éxito hasta ahora en Kursk, ¿podría Ucrania verse tentada a subir la apuesta y abrir un nuevo frente marítimo en el sur? Las fuerzas especiales ucranianas han demostrado ser muy hábiles en operaciones acuáticas, habiendo infligido enormes daños a la flota rusa y a sus instalaciones costeras, especialmente en Crimea.
Los aliados de Kiev también han reforzado su arsenal anfibio: Suecia, Finlandia y otros países le han proporcionado armamento y lanchas rápidas. «En términos de logística, esto [abrir un frente en Crimea] podría ser bastante complicado y requeriría mucha mano de obra, pontones y otro material costoso», dijo Askola. «Cruzar el río Dnipro en la zona de Jersón también podría ser una opción, pero también requeriría muchos recursos».
Independientemente de sus próximos pasos, Ucrania ha tomado el control del territorio ruso. Es la primera vez desde 1941 que un Ejército extranjero viola suelo ruso, lo que podría tener un efecto duradero en las mentes de los aliados de Ucrania y del propio pueblo ruso, incluso si finalmente Kiev se ve obligada a retirarse.
Zelenski había dicho que la incursión en Kursk ha demostrado que las supuestas líneas rojas del Kremlin para las represalias son un farol, añadiendo que Ucrania no habría necesitado invadir físicamente territorio ruso si sus aliados no le hubieran prohibido utilizar sus armas para atacar objetivos en suelo ruso desde lejos.
Lo más probable es que Ucrania destruyera los importantes puentes de Seym en Kursk con bombas guiadas suministradas por Occidente y lanzadas por aviones ucranianos de fabricación soviética, según Askola.
«Aunque es poco probable que hayan utilizado los F16 recientemente entregados para atacar directamente los puentes, no podemos descartar que los F16, armados con misiles aire-aire AMRAAM, se hayan utilizado para proteger las operaciones de los MiG 29 de los Sukhoi 27 (de los aviones interceptores rusos)», afirmó.
Al parecer, Kiev también contó en su ofensiva con la ayuda de la Legión de la Rusia Libre, una unidad paramilitar de ciudadanos rusos con base en Ucrania que se opone al régimen ruso del presidente Vladímir Putin y a su invasión de Ucrania.
«Operaciones como la incursión de Kursk en estos momentos y también, por ejemplo, el intento de golpe de Estado de Prigozhin el año pasado son ejemplos que demuestran que Rusia es realmente difícil de controlar y que el régimen de Putin no consigue controlar Rusia, o al menos no tiene tanto control como intenta presentar al mundo y a su propia población», afirmó Askola.
Hasta ahora, el Kremlin ha ido aumentando lentamente la defensa contra los ataques de Ucrania en su territorio, pero aún no se ha manifestado nada importante. No obstante, muchos analistas no descartan una represalia rusa con fuerza renovada, que podría incluso implicar otra movilización de reservistas militares.
«Rusia podría movilizar potencialmente a 300.000 personas más«, dijo Askola. «Y eso, por supuesto, supondría una gran diferencia». «A corto plazo, sería muy malo para Ucrania. A largo plazo, en realidad podría acelerar la caída de Putin en Rusia», dijo.
Fuente: Euronews