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Por Freddy González
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. Mateo 7:16
La visita a nuestro país anunciada para el 5 de febrero del flamante secretario de Estado del gobierno estadounidense Marco Rubio, es una crónica de una imposición anunciada.
En sus alforjas están dictámenes, no consultas como es norma de derecho internacional entre naciones no importando su desarrollo y tamaño.
Los amos del hemisferio occidental imponen su voluntad a todos los países que quedamos de este lado del globo terráqueo.
Se arrogan el derecho de determinar quién es «bueno» y quién no; quién es terroristas y quién no, a quién imponen y mantienen sanciones económicas y financieras a su antojo en contra del 99% de las naciones de los cinco continentes y de una población de más de siete mil ochocientos mil millones de seres humanos que rechazan y condenan tal crimen e injusticia.
Esa es la realidad monda y lironda que vivimos muchos países del mundo sobre todo los de nuestra América que se ha prolongado desde la llegada de los colonialistas europeos de los finales del siglo XV.
Su visita no es, ni puede ser de cortesía, la supuesta simpatía con nuestro país es una mueca y una simulación.
Conociendo las actuaciones de Marco Rubio y siguiendo a pies juntillas lo dicho por Mateo en el referido salmo, nada bueno podemos esperar del jefe de la diplomacia de la actual administración del presidente Donald Trump, que es un conservador a ultranza, representante de la derecha más radical y anti comunista visceral, que no sea venir a imponer la política de su jefe.
Temas migratorios, la deportación de miles de inmigrantes incluidos un número indeterminado de compatriotas; los problemas del vecino país de Haití de los cuales los EEUU, Francia y Canadá son los principales responsables de su tragedia, y la que irresponsablemente pretenden que nuestro país los asuma en el más amplio sentido de la palabra, son parte de su agenda.
No faltará el caso de Venezuela, donde antes de su confirmación por un Senado mayoritariamente republicano llamó a los militares y policías de ese país a rebelarse contra el gobierno de Maduro; el de Nicaragua, el canal de Panamá y sobre todo el caso Cuba del que el señor Rubio ha sido en los últimos años el portaestandarte de una política de mano dura contra su gobierno y su pueblo.
Es un fanático militante del estrangulamiento económico y financiero mediante el injusto y criminal bloqueo de más de seis décadas y partidario convencido de la subversión contra el gobierno socialista de la mayor isla del Caribe.
Lleva en su ADN, la soberbia, la prepotencia, el anti comunismo y dolor inmenso de ver frustrado desde el vientre de su madre todos los intentos de 13 gobernantes estadounidenses incluido el propio Trump, de hacer sucumbir la revolución cubana, primero con el intento fracasado de playa Girón, con cientos de acechanzas criminales contra sus líderes y con un injustificable y criminal bloqueo económico y financiero de sesenta y cuatro años (64) contra el Heroico pueblo cubano;
por lo que como dijo el apóstol y evangelista ya citado, sus hechos hablan más que sus palabras.
De ahí que nada bueno podemos esperar de su visita que no sea venir a imponer la política anunciada por el presidente Trump de hacer de los EEUU un país próspero y extensión en detrimento de sus vecinos en ambos extremos de su territorio (Canadá y México) y del resto de los países del continente americano.
En este febrero, mes de la patria, al conmemorarse el ciento ochenta y uno (181) aniversario de nuestra independencia digamos No a los dictámenes imperiales de la administración Trump sobre nuestro país, gritando a viva voz la frase del Padre de Patria Juan Pablo Duarte y Diez: «Nuestra Patria ha de ser libre e independiente de toda potencia extranjera o se hunde la isla».