Cientos de sirios han acudido a las afueras de la prisión, situada cerca de Damasco, en busca de sus familiares
La prisión siria de Sednaya, al norte de Damasco y conocida como un «matadero humano», ha sido examinada en las últimas horas por la Defensa Civil siria, conocida como los cascos blancos. Este grupo ha dado por terminadas este martes las labores de búsqueda de posibles detenidos dentro del penal situado unos 30 kilómetros al norte de la capital del país, un lugar siniestro que ha sido gestionado durante años por la Policía Militar siria. Dicen no haber encontrado «pruebas de celdas secretas o sótanos ocultos».
En cambio, el director del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, Rami Abderrahman, dijo en una conversación telefónica con Efe que en el registro han hallado «entre 40 y 50 cadáveres» y añadió que la mayoría de los cuerpos «son de ejecuciones recientes». Los vídeos que han trascendido del interior, antes de que cayera Al Asad, muestran presos famélicos víctimas de tortura.
Sednaya no es simplemente una prisión; es un espacio diseñado para deshumanizar, torturar y exterminar a los detenidos, según organizaciones de derechos humanos. Según testimonios de sobrevivientes sostienen que la prisión funcionaba como una «fábrica de la muerte». Las celdas son pequeñas, oscuras y hacinadas. La higiene es prácticamente inexistente, y los detenidos son sometidos a temperaturas extremas.
Las imágenes de la liberación de la cárcel este domingo dieron la vuelta al mundo. Videos compartidos en redes sociales mostraron escenas caóticas dentro al abrirse las puertas por las que salieron reclusos demacrados, incluidas mujeres y niños. En otras imágenes particularmente escalofriantes, las paredes destruidas con garrotes revelan cavidades subterráneas donde se podría haber retenido a personas en total oscuridad.
Miles de personas se agolparon este lunes en las inmediaciones del recinto para buscar desesperadamente a familiares que acabaron en alguna de las celdas. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos asegura que 30.000 personas murieron por torturas, maltrato y ejecuciones entre 2011 y 2021, mientras que Amnistía Internacional cifró en 2017 entre 5.000 y 13.000 los ejecutados extrajudicialmente en los primeros cuatro años.
La tortura ha sido una práctica habitual en Sednaya. Los detenidos eran sometidos a palizas, descargas eléctricas, simulacros de ahogamiento y otras formas de violencia física y psicológica, según informes de ONG. Se estima que miles de detenidos han sido ejecutados en su interior, a menudo colgados en grupos de 25 o 50 personas.
Fuente: La Razón