Los conceptos emitidos en este artículos son de exclusiva responsabilidad de su autor
Juan Cuevas.
El autor es abogado y ex cónsul dominicano en Madrid.
Cuando los intereses políticos y personales nublan la responsabilidad de nación, surgen las interpretaciones interesadas sobre los fundamentos jurídicos del Estado.
«Que si la reforma constitucional del presidente Abinader busca inhabilitar por siempre a Leonel Fernández, Danilo Medina y así mismo al presidente Abinader». «Que si lo que busca es controlar el poder judicial vía un Ministerio de Justicia». «Que si para esta reforma se debe tomar en cuenta el referéndum que recoge la actual Constitución» y otras lecturas más…
Puras discusiones bizantinas para entretener a las glebas, puesto que la capacidad jurídica y política de estos líderes políticos, que tuercen el zuño con nimiedades e interpretaciones interesadas, algunos hasta expresidente de la república, solo tratan de “arrimar el ascua a su sardina». Cuando lo que deberían es aprovechar la iniciativa en positivo.
El doctor Milton Ray Guevara, afamado jurista y ex presidente del tribunal constitucional, ha sido más que explícito respecto de la forma y el fondo de la planteada reforma. Y a ello le ha seguido la opinión del ex embajador dominicano en España, Olivos Huertas, excelente jurista. Entonces, ¿Por qué tanto ruidos de los políticos en «rizar tanto el rizo»?
El artículo 267 sobre la reforma constitucional es claro y sencillo, y para un buen entendedor debería bastar. Por tanto, escudriñar en los artículos 269 sobre Iniciativa de reforma constitucional o el artículo 272 sobre el Referendo aprobatorio. ¿Entonces, de que Referendo aprobatorio hablan los opinólogos del patio? Es ayudar a la confusión y una pérdida de tiempo. Momento que debería ser aprovechada por la oposición para tomarle la palabra de las «buenas intenciones del presidente…».
Y digo «buenas intenciones» porque es el primer presidente dominicano que estando en el poder no busca una reforma constitucional para reelegirse en el poder o seguir en la “ñoña”. Y al ex «que esté libre de pecado, que tire la primera piedra».
Personalmente quedaría satisfecho si le ponemos un buen candado a la Constitución. No porque la reelección presidencial sea mala «per se», sino porque en nuestra tierra abundan demasiados «guacanagaries», que cual «espejito mágico de la bruja de Blanca Nieves» hurgan de complacencia los oídos y la figura de presidentes.
A la oposición, le toca arrear, pues cual «invitado de piedra» e inhabilitado en la balanza de votación. Debería aprovechar para sugerir algunas reformas, que si bien no están en agenda, posiblemente no encontrarían mayor oposición entre los asambleístas y el presidente Abinader, recordar que “quien pide no pierde, gana o empata”.