
Sin Tartus, el Kremlin se queda sin un anclaje firme en el sur de Europa y depende de aliados circunstanciales en África
La Armada rusa se tambalea en el Mediterráneo. Según ha informado el portavoz de la Marina ucraniana, Dmytro Pletenchuk, el Kremlin ha perdido el acceso operativo a su única base de confianza en la región: el puerto sirio de Tartus.
Aunque las fuerzas navales rusas todavía permanecen en aguas mediterráneas, la pérdida de Tartus representa un golpe estratégico significativo. Según Pletenchuk, Moscú «ya no tiene una base de confianza» en el área, aunque intenta mantener la fachada de poder naval repostando ocasionalmente en puertos africanos “de amigos circunstanciales”.
La flota rusa del Mediterráneo, en jaque
Tartus era la única instalación naval permanente de Rusia en el Mediterráneo, y su función iba más allá del simple apoyo logístico: era una pieza clave del ajedrez geopolítico ruso en el sur de Europa y Oriente Medio.
La pérdida de esta base, que no ha sido oficialmente reconocida por Moscú, se traduce en una logística mucho más compleja para las operaciones de la Marina rusa. Sin instalaciones permanentes para reparaciones o suministro, la flota rusa pierde autonomía y capacidad de proyección.
La declaración del portavoz ucraniano también subraya el cambio de foco hacia África. Rusia, señala, “seguirá apareciendo periódicamente” en los litorales africanos, donde aún conserva cierta influencia histórica y acuerdos de cooperación con gobiernos locales.

El Kremlin sigue utilizando sus buques como instrumentos de presión y simbolismo, aunque cada vez más limitados. “Están tratando de lucir la bandera”, asegura Pletenchuk, “para demostrar que no han abandonado las aguas del Mediterráneo”, aunque su capacidad real esté disminuida.
¿Fin del dominio naval ruso en el Mediterráneo?
Con la guerra de Ucrania prolongándose y el aislamiento diplomático y económico internacional creciendo, Rusia parece haber perdido su plataforma más importante en el Mediterráneo oriental. Esta retirada también pone en duda la viabilidad de otras alianzas tácticas en la región, especialmente con países que hoy adoptan posturas más ambiguas respecto al conflicto ucraniano.Play Video
La estrategia naval rusa entra así en una fase incierta, mientras países como Turquía, Egipto o Argelia siguen calibrando sus relaciones con Moscú bajo la presión de Occidente.
Fuente: La Razón