
El presidente acudirá a la cumbre de esta semana negándose al brusco aumento de gasto militar que exige EEUU. Los socios parlamentarios exigen a Sánchez que adelante su comparecencia por Santos Cerdán y no la mezcle con otros asuntos.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se ha conjurado para intentar aguantar en la Moncloa a pesar de las constantes réplicas que han seguido al terremoto de la supuesta implicación de Santos Cerdán en el caso Koldo, que han tomado forma de nuevas revelaciones sobre presuntas corruptelas en la adjudicación de contratos públicos en Navarra. Y la primera oportunidad que tiene para intentar mover el foco a un asunto menos tóxico para el Ejecutivo es la cumbre de la OTAN que tendrá lugar la semana que viene, y a la que Sánchez acudirá habiendo prometido que no seguirá elevando el gasto militar de España pese a las exigencias de Estados Unidos, una posición que, además, le podría permitir ganar oxígeno con sus socios parlamentarios de izquierdas.
Parlamentariamente, la situación de Sánchez es muy complicada. Sus socios han comenzado a distanciarse de él y le han exigido públicamente más explicaciones y mayor contundencia en las medidas, y varios de los progresistas, como ERC, incluso han dejado claro que no las tienen todas consigo con respecto a la continuidad de la legislatura. De ahí que el presidente necesite un espaldarazo que le permita reconducir la relación con sus aliados, y la cumbre de la OTAN es la oportunidad perfecta porque el gasto militar es el asunto que más estaba tensando la relación con los partidos a la izquierda del PSOE antes del tsunami del caso Koldo.
En ese contexto, Sánchez envió este jueves al secretario general de la Alianza Atlántica, Mark Rutte, una carta en la que el Gobierno fija una posición mucho más contundente que la que había expresado hasta ahora. Ante la intención de la OTAN de pedir a los aliados elevar sus presupuestos en defensa al equivalente a un 3,5% de su PIB en para gasto militar puro y otro 1,5% a inversiones relacionadas con el sector, el presidente del Ejecutivo espetó que, en el caso de nuestro país, ese objetivo no solo sería «irrazonable», sino también «contraproducente» porque podría ralentizar la economía y dificultar la modernización de las Fuerzas Armadas.
En su misiva, además, Sánchez tocó el asunto clave que los socios más críticos con su viraje en la política de defensa le llevan recriminando meses: la posibilidad de que un aumento del gasto militar redunde en recortes sociales. «Para España, como para otros países de la OTAN, alcanzar un 5% de gasto en defensa será imposible a menos que se haga a costa de incrementar los impuestos a la clase media, recortar los servicios públicos y los beneficios sociales para los ciudadanos y reducir el compromiso con la transición verde y la cooperación internacional para el desarrollo», admite Sánchez.
Por ello, en un tono inusualmente contundente, el presidente asegura que «es el legítimo derecho de todos los gobiernos decidir si están o no dispuestos a hacer estos sacrificios, y España, como aliado soberano, elige no hacerlo». La carta tuvo rápida respuesta de EEUU, que exigió que España no se desmarque del brusco incremento y aseguró que el presidente Donald Trump «ha dejado muy claras sus prioridades para los aliados europeos, incluida España».
Los socios exigen contundencia y celeridad
Este movimiento, no obstante, no libra a Sánchez de todos sus problemas internos, ni tan siquiera ha servido para calmar del todo las aguas con sus socios. Los aliados están unánimemente descontentos por el hecho de que el presidente haya decidido retrasar su comparecencia en el Congreso para dar explicaciones sobre el escándalo de Santos Cerdán hasta el día 9 de julio, argumentando que su agenda internacional (la cumbre de la OTAN esta semana y el Consejo Europeo de la siguiente) le impide hacerlo antes. Y, por ello, le han exigido mayor celeridad y que el pleno del Congreso sea monográfico y el debate sobre corrupción no se diluya entre otros temas.
«Pedimos celeridad y transparencia, no porrusalda. No es serio que el Gobierno mezcle en una sola comparecencia lo de Cerdán con la OTAN, el Consejo Europeo o la Conferencia sobre Financiación para el Desarrollo», espetó a este respecto la siempre cauta portavoz del PNV en el Congreso, Maribel Vaquero. En la misma línea se expresó su homólogo de ERC, Gabriel Rufián, que también tiró de símil culinario e ironizó asegurando que juntar todos esos temas en una sola comparecencia es un «buen gazpacho». «Oye, Moncloa, dejad de cavar, por favor», pidió Rufián.
Otros socios, por su parte, exigen dar más pasos en la misma línea que la carta enviada a la OTAN y también contra la corrupción para reconducir la legislatura. IU, encuadrada dentro de Sumar y que forma parte del Gobierno, se felicitó este jueves de que «la carta y la posición adoptada van en la dirección correcta», pero también aseguró que «el problema real es el camino del rearme y el aumento del gasto militar», e insistió en que «para dar estabilidad a la legislatura, a las medidas anticorrupción hay que añadirle medidas contra las políticas belicistas y el aumento del gasto militar».
Podemos, por su parte, mantiene su estrategia de máxima dureza contra el Ejecutivo y, este viernes, su secretario de Organización, Pablo Fernández, tachó de «paripé» la carta enviada por Sánchez a Rutte y aseguro que solo «trata de conseguir un titular para tapar la corrupción del PSOE y de un Gobierno que está atrincherado en la Moncloa». «Lo más grave de la carta es que Sánchez reconoce que mintió: ha afirmado reiteradamente que el rearme no produciría recortes, pero en la carta asume que el gasto militar implica salvajes recortes», espetó Fernández. Eso no es cierto: la carta asegura que elevar el gasto militar de España al 5% conllevaría necesariamente recortar servicios públicos, pero no así hacerlo hasta el 2%, como firmó hace unos meses el Gobierno.
Fuente: 20 Minutos