Iván Gil
El presidente del Gobierno afronta el final de la legislatura endureciendo su discurso contra los «poderes económicos» y con un giro social orientado a recuperar el pulso electoral. La desmovilización del electorado de izquierdas, unido al trasvase de votantes socialistas a las filas conservadoras reflejado en los comicios andaluces, se busca paliar con un plan de choque social que movilizará hasta final de año un total de 15.000 millones de euros. Lo equivalente a un punto del PIB. Se amplían las ayudas directas a empresas y, sobre todo, a familias vulnerables, al mismo tiempo que se prepara un nuevo impuesto a las compañías energéticas para que contribuyan a financiar estas medidas.
Si en Génova trasladan que a Pedro Sánchez se les está quedando cara de José Luis Rodríguez Zapatero, cuando adelantó las elecciones en 2011 acuciado por la crisis económica, el jefe del Ejecutivo responde por su parte que este relato no puede estar más equivocado. No solo porque mantendrá su hoja de ruta para agotar el mandato hasta finales de 2023, sino porque gracias a los nuevos vientos de Bruselas lo hará con una hoja de ruta socialdemócrata basada en un fuerte gasto público y rescate ciudadano. La inflación tumba gobiernos y Sánchez no tirará la toalla sin antes jugar todas sus cartas. No en vano, el sector minoritario del Ejecutivo, Unidas Podemos, se congratulaba este sábado tras el Consejo de Ministros extraordinario del paquete de medidas aprobadas.