Sudáfrica alcanzó la gloria de su cuarto título mundial de rugby, tras ganar en una final agónica (11-12) a una heroica Nueva Zelanda, que jugó buena parte con un hombre menos y que pudo ganar de haber tenido más acierto ante palos.
Los Springboks repitieron, el sábado, el título que lograron en 2019 en Japón y se coronan como el equipo con más coronas mundiales, al superar a los All Blacks, que se quedan con tres.
Tras la «haka» neozelandesa que precedió al choque, ambos equipos salieron a hacer su juego. Sudáfrica con la presión asfixiante de su hercúlea línea y Nueva Zelanda con juego móvil en busca de espacios.
Las cosas se pusieron pronto de cara a los Springboks, con la tarjeta amarilla al neozelandés Frizell ya en el minuto 3, que fue seguida por la conversión del correspondiente golpe de castigo por parte de Handré Pollard.
Pero la temprana lesión de Mbonambi, un minuto después, supuso un pequeño golpe a la estrategia surafricana de cambiar a su delantera, tras el descanso, para garantizar un alto voltaje durante todo el encuentro.
Los surafricanos atacaron con todo para tratar de conseguir un ensayo, pero una heroica defensa «black» consiguió que los «bokke» solo lograran otro golpe de castigo que no falló Pollard (0-6 en el minuto 13).
Una vez recuperada la igualdad numérica los All Blacks atacaron con rabia, aprovechando su mayor movilidad. Mo’unga acortó distancias con un golpe de castigo (m.17) para mantener a Nueva Zelanda en el partido.
Pero el infalible Pollard recuperó el margen de ventaja, solo dos minutos después, al convertir un golpe de castigo lejano (unos 45 metros).
De momento, el plan africano funcionaba. Su rocosa delantera frenaba los intentos «black» de encontrar espacios en la línea y además provocaba faltas, que convertía su implacable apertura Pollard.
La cuesta arriba de los All Blacks se hizo mayor cuando su capitán, Sam Cane, recibió otra tarjeta amarilla por un fuerte placaje que impactó en la cabeza de Jesse Kriel (m.27).
Suráfrica redobló otra vez su presión para aprovechar su superioridad numérica y logró otro golpe de castigo que Pollard volvió a anotar (m.34).
Justo antes de ese golpe, la amarilla a Cane fue agravada a roja; y con la expulsión los All Blacks se veían obligados a lograr una remontada heroica con un hombre menos. Fue la primera expulsión en una final de un Mundial de rugby.
Frenados en el centro, los neozelandeses probaron los ataques laterales. En uno de ellos, Ioane estuvo a punto de lograr un ensayo, solo frenado en el último metro por Arendse, pero Mo’unga anotó otro golpe de castigo (m.38) para marcar el 6-12 con el que se llegó al descanso.
Mientras para Suráfrica su plan funcionaba, la mejor noticia para Nueva Zelanda era que, después de todo, solo estaba a un ensayo y una transformación de distancia.
Los Springboks comenzaron el segundo tiempo con ataques más ambiciosos, buscando un ensayo que les permitiera acercarse al cierre del partido. El veloz Kolbe aprovechó un despiste de un rival para llegar a la línea, pero el oval se le escapó cuando se lanzó al suelo para clavar.
Justo después, Nueva Zelanda recibió un balón de oxígeno con la amarilla al capitán sudafricano, Siya Kolisi (m.46), lo que devolvió la igualdad numérica en el verde.
Y los All Blacks se lanzaron a fondo en busca del ensayo haciendo una demostración de su juego de movimiento y combinaciones en busca de espacios. Pero un par de errores en la recepción de pases frustró ataques prometedores.
Smith marcó un ensayo en el 54 tras una gran jugada de Mo’unga, pero la jugada fue anulada por un pase adelantado previo.
Los empujes de los neozelandeses fueron feroces, pero la defensa surafricana no lo fue menos y Kolisi volvió tras sus diez minutos de sanción sin que la ventaja «bokke» se hubiera reducido.
Pero el acoso «kiwi» no cedió y Beauden Barrett marcó su primer ensayo de este mundial tras una buena jugada (m.58). Sin embargo, Mo’unga falló el tiro de transformación, muy esquinado.
Nueva Zelanda perdía 11-12 pero veía posible la remontada, muy apoyada por el público mayoritariamente francés, aún dolido por la eliminación del equipo local ante Suráfrica en cuartos.
Kolbe recibió una amarilla en el minuto 73 y devolvió la igualdad numérica hasta el final del duelo. Jordie Barrett no pudo materializar el golpe de castigo, casi a 50 metros y esquinado.
Se entró en una recta final con una emoción máxima. Solo un punto de ventaja para Suráfrica e igualdad numérica. Y a pesar de estar con uno menos, los «kiwis» tuvieron contra las cuerdas en muchos momentos a sus rivales.
El orgullo All Black se lanzó con todo en los últimos dos minutos. La última melé, con el tiempo cumplido, fue agónica. Los sudafricanos, que ya habían superado a Francia en cuartos y a Inglaterra en semifinales por un punto, lograron salir con el balón y sacarlo del campo para tocar la gloria de su cuarta copa Webb Ellis. Los All Blacks estarán dando vueltas mucho tiempo a sus fallos ante palos.
Fuente Euronews