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Por Freddy González
Desde su regreso a la casa Blanca en el excéntrico y megalómano Donald John Trump, partidario de la Teoría del destino Manifest, ha enfilado su política contra sus vecinos a ambos lados de sus fronteras (Canadá y México), y siguiendo la política de su antigua administración se ha ensañado mucho más contra Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Dentro de sus primeras medidas fue la revocación de una de las últimas medidas de la administración de Joe Biden sacando a Cuba de los supuestos países que propician el terrorismo, para incluirla nuevamente en tan nefasta e injusta lista.
No se han conformado con haber sometido a la revolución y al pueblo cubanos a un bloqueo criminal económico y financiero de más de 64 años.
Desde aquel histórico primero de enero de 1959, fecha del triunfo de la Revolución, trece administraciones estadunidenses han tratado por todos los medios derrotarla y no han podido.
A tan solo tres meses de su juramentación como el trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos el ex senador del Estado de Massachusetts, John Fitzgerald Kennedy, siguiendo los planes de su antecesor Dwight D. Eisenhower, ordenó una invasión a Cuba.
El 19 de abril de 1961, tropas mercenarios reclutadas y financiadas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), brazo ejecutor de la política subversiva y de terror exterior de todas las administraciones de los EEUU, desembarcaron en Playa Girón, en el municipio de la Ciénaga de Zapata de la provincia de Matanzas, siendo derrotadas en menos de 72 horas por el gobierno y pueblo cubanos dirigido personalmente por el líder de la revolución Fidel Castro Ruz, hecho del que nunca se han repuesto los halcones del Pentágono.
Es de ahí que lo que no pudieron con las armas, las administraciones yanquis de ambos partidos, Demócrata y Republicano, han pretendido hacerlo recurriendo a un bloqueo criminal económico y financiero que lleva más de 6 décadas, privando a esa hermana República y su heroico pueblo de elementos fundamentales para su desarrollo, económico, científico y de salud.
Más de 240 leyes y medidas han sido dictadas contra el pueblo y la revolución cubana.
Medidas como la Ley de Asistencia Exterior promulgada el 4 de septiembre de 1961; seguida de la Proclama Presidencial 3447, del presidente Kennedy, del 3 de febrero de 1962, que implementó el bloqueo comercial y financiero.
A estas se suman otras regulaciones como la del Control de Activos Cubanos de 1963, y medidas administrativas que restringen el comercio, las finanzas y otras actividades.
Como la Ley de Comercio con el Enemigo de 1917, Ley para la Administración de las Exportaciones (1979): la Ley Torricelli de 1992, Ley Helms-Burton de 1996.
Desde 1992, el embargo estadounidense a Cuba tiene un carácter extraterritorial estableciendo sanciones a terceros países que acojan a subsidiarias de empresas cubanas.
A esto se agrega la inclusión nuevamente de Cuba en la lista de países que supuestamente apoyan el terrorismo, y nuevas medidas que endurecen las ya existentes restricciones financieras y comerciales contra el gobierno y el pueblo cubano.
Frente a esa política criminal, la Asamblea General de la ONU ha venido evacuando durante los últimos 33 años de manera permanente una resolución contra el bloqueo criminal.
La última resolución de la ONU, la número 34 que condena el bloqueo a Cuba fue en 2024 dónde de 190 países presentes, 187 (98%) votaron repudiando el bloqueo, dos a favor de mantenerlo, como es lógico Estados Unidos y sus socios sionistas de Israel, y una (1) abstención de la pequeña Moldavia.
Frente a la posibilidad de que la condena abrumadora de los países miembros de la Organización de la Naciones Unidas se repita, la administración Trump amenaza y presiona a gobiernos en todo el mundo, especialmente en América y Europa, para que se sumen a votar por el mantenimiento de bloqueo contra el pueblo cubano, o que se abstengan de votar en ninguna dirección, lo cuál sería un triunfo para el gobierno estadounidense.
El gobierno del presidente Luis Abinader no puede ceder frente al chantaje de la administración Trump frente al caso del bloqueo, como lo hizo con la exclusión de ese y otros países de la Cumbre de las Américas, y debe mantener la solidaridad fraternal entre nuestros pueblos sellada en el Manifiesto de Montecristi hace 130 años entre José Márti y Máximo Gómez, y la solidaridad del pueblo cubano en nuestra lucha contra la tiranía de Trujillo expresada en la fallida gesta de Cayo Confites en 1947 y en las patrióticas de 1959 de Constanza, Maimón y Estero Hondo.
La política militarista y agresión de Trump debe ser rechazada.
América Latina y el Caribe deben ser zonas de paz entré nuestros pueblos y naciones.
No al bloqueo criminal contra Cuba.







