Por Víctor Elías Aquino
Danilo Correa, eres el hermano que me regaló Dios en el trajinar de la vida, te escribo como lo hicieron los hombres del pasado, solo lo que he visto, oído o comprobado. Estoy listo para hacer mi trabajo de magistrado, le pedí permiso al todopoderoso para juzgarte con apego a las leyes de la tierra y del mismísimo cielo.
Estoy vestido a tono con la ocasión y mis funciones, con toga, birrete y mallete. No me temblará el pulso, ni me faltarán palabras para dictar mi sentencia contra ti.
Como me conoces desde que en mí no apuntaba el bozo, sabes que no me gustan las deudas; pero me siento como un moroso contigo que no puede cumplir el compromiso.
No es un secreto la trilogía conformada por doña Mercedes (tu amada primera esposa), tú y yo; al tiempo de tomarnos un café, hablar de la vida en familia y de la creencia en el único Dios, Jesucristo (su hijo) y el Espíritu Santo; un solo Dios que se manifiesta en tres personas.
Te hablo de una hermandad (familiaridad), que ha sido traspasada en el tiempo y el espacio a las nuevas generaciones: Danilito y Áida; tus hijos, Samantha y Yofre, los míos.
Primero. Tienes una queja contra mí, porque no he ido a visitar la tumba de doña Mercedes en el Cementerio Puerta del Cielo, en eso tienes razón, no te puedo juzgar por tal motivo.
Segundo, pido a Dios que me dé la oportunidad de acompañarte un día. El tiempo que esté en el camposanto no voy a estar triste, sino feliz; veo a Mercedes como a través de un cristal transparente y feliz. Recuerdo que, varias semanas antes, compartimos los tres en familia.
Cuando vas a su tumba y lees poemas, como solías hacerlo en vida, te sientes feliz y yo también, aunque ella no esté presente en este plano de la existencia.
A todos nos ha dolido su partida, cuando María Magdalena y otras mujeres fueron a visitar la tumba de Jesús, un ángel les dijo: no temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo.
Finalmente, hermano Danilo, me quito la toga, el birrete y lanzo el mallete para decirte, con una sonrisa en el rostro que cubre todo el planeta, que Mercedes “no está en la tumba, y que estará con todos los que hemos creído en Jesucristo en la gloria eterna” …