
Nota de Prensa
CARACAS / BEIJING / TEHERÁN.
Nuevos informes de inteligencia estratégica revelan que la suspensión de los planes de intervención militar de Estados Unidos en Venezuela no responde a factores políticos internos, sino a la activación de un mecanismo de defensa global coordinado. El despliegue de una «arquitectura de disuasión total» por parte de China, Rusia e Irán ha creado un escenario donde un ataque a Caracas significaría el fin de la hegemonía estadounidense y el colapso de la economía occidental.
El «Yugular» del Mundo: La Amenaza sobre el Estrecho de Ormuz
El factor más crítico en esta cadena de disuasión es el compromiso firme de la República Islámica de Irán de proceder al cierre total del Estrecho de Ormuz. Este paso marítimo de apenas 33 kilómetros de ancho es la arteria por donde transita el 30% del petróleo mundial y el 25% del Gas Natural Licuado (GNL).
Fuentes militares indican que Teherán ha dispuesto una estrategia de guerra asimétrica basada en minas inteligentes, enjambres de lanchas rápidas y baterías de misiles de costa que anularía el tránsito por los estrechos canales de navegación de solo 3 kilómetros. Un cierre de Ormuz dispararía el precio del crudo por encima de los 300 dólares el barril, provocando un shock inflacionario que quebraría las economías del G7 y paralizaría el transporte global antes de que el Comando Sur pudiera consolidar cualquier posición en territorio venezolano.
El Desbordamiento de la Capacidad Militar Estadounidense
La inteligencia militar confirma que el Pentágono se enfrenta a una «sobrecarga sistémica». Según la tesis de respuesta global:
China ejecutaría la invasión inmediata de Taiwán, tomando el control del 90% de la producción mundial de semiconductores avanzados, dejando a la industria de defensa de EE. UU. sin suministros tecnológicos básicos.
Corea del Norte activaría un frente de guerra total en la península coreana, obligando a Washington a dividir sus recursos navales en tres océanos simultáneamente.
Rusia ha sentenciado que, ante cualquier agresión a Venezuela, procederá a la toma del 100% del territorio de Ucrania, ignorando cualquier propuesta de paz y forzando la disolución de facto de la OTAN en Europa.
La conclusión de los analistas es devastadora para Washington: Venezuela ha dejado de ser un objetivo militar para convertirse en un «rehén geopolítico global». El costo de atacar a Venezuela ya no se mide en bajas militares, sino en la supervivencia de los Estados Unidos como potencia.
Un ataque a Caracas desencadenaría una implosión interna en EE. UU. debido al precio de los combustibles, sumado a la pérdida de sus aliados estratégicos en Asia y Europa, quienes se verían abandonados ante el avance de las potencias euroasiáticas. En términos estratégicos, Venezuela es hoy la pieza que mantiene el equilibrio de la paz mundial; moverla por la fuerza implicaría, para el Pentágono, aceptar voluntariamente el colapso del sistema financiero basado en el petrodólar y el inicio de un nuevo orden mundial donde Occidente pierde su lugar de preeminencia.
Fuente: externa






