
Las reacciones europeas a los aranceles
Se acercan tiempos de guerra (comercial). La tregua arancelaria establecida por el presidente estadounidense, Donald Trump, después de desequilibrar él mismo los mercados con su anuncio masivo de aranceles, va llegando a su fin. Originalmente pensada para acabar el 9 de julio, Trump atrasó el plazo hasta el 1 de agosto para negociar acuerdos comerciales. Pero, ante la imposibilidad de negociar por separado con todos los países del mundo, y tras haber cerrado tratos con únicamente tres de ellos —Reino Unido, China y Vietnam—, el mandatario norteamericano ha decidido optar por negociar a la fuerza y enviar cartas personalizadas a cada país con los aranceles impuestos. Comoél mismo dijo, «carta significa trato».
El martes, tras conocerse que las primeras misivas llegaban a países como Japón o Corea del Sur, Trump aseguró que la carta con los aranceles a la Unión Europea llegaría «probablemente en dos días». Finalmente, tardó cuatro. Este sábado, a través de una publicación en su red social, Truth, el mandatario publicó la carta que le había enviado a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunciando aranceles del 30 %.
Y Trump no se rajó con los aranceles a la UE
Esta nueva tarifa se añade a todos los gravámenes ya impuestos. A saber, un 25 % a los vehículos con componentes europeos, un 50 % al acero y otro 50 % al cobre, un 10 % a una larga lista de productos y otro, rumoreado, del 200 % a productos farmacéuticos que todavía no es oficial.
Así que, aunque era de esperar, la Unión Europea se enfrentó a un terremoto este sábado a mediodía cuando llegó el correo desde Washington. Ahora toca ver diferentes opciones: intentar negociar antes de que las tarifas entren en vigor —el 1 de agosto—, adoptar contramedidas para golpear a Estados Unidos —Trump anunció que cada tarifa impuesta desde Europa se añadirá a la del 30 %—, u optar por nuevas rutas comerciales.
De primeras, Bruselas ha optado por la primera vía: ganar tiempo. Ursula von der Leyen anunció este domingo que la Unión Europea pospondrá hasta principios de agosto la aplicación de las contramedidas que tenía preparadas. El razonamiento oficial es que hay que seguir buscando «una solución negociada». El extraoficial es que nadie quiere ser el primero en pulsar el botón rojo de la guerra comercial.
Por otra parte, el primer gran estallido llegó desde París. El presidente francés, Emmanuel Macron, apoyó públicamente la línea de negociación europea, pero exigió a la Comisión que vaya preparando «respuestas creíbles» si la negociación no llega a buen puerto. Este domingo, fue más allá y advirtió de que «la libertad europea» está en juego: «Cuando no hay más reglas, es la ley del más fuerte la que se impone», declaró en un discurso desde el Ministerio de Defensa, en la víspera de la Fiesta Nacional francesa. «Nunca, desde 1945, la libertad de nuestro continente había estado tan amenazada», alertó, lamentando además que Estados Unidos haya «añadido una especie de incertidumbre».
Pedro Sánchez, desde España, no se quedó atrás. En sus redes sociales advirtió que los «aranceles injustificados» destruyen prosperidad, y subrayó que Europa tiene fuerza de sobra para lograr «un acuerdo justo».
Italia, en cambio, ha preferido moverse en silencio. El Gobierno de Giorgia Meloni emitió un comunicado prudente, de tono casi técnico, en el que respalda los esfuerzos negociadores de la Comisión y llama a evitar «polarizaciones». No dijo ni una palabra sobre los aranceles. Ni una sola mención a Trump ni a su carta. La oposición italiana ha criticado duramente la falta de contundencia del Ejecutivo. «¿Dónde está la valentía para defender a Italia?», preguntó el Partido Demócrata.
¿Cómo afectarán los aranceles a España?
Alemania, por su parte, intenta ser pragmática. La ministra de Economía, Katherina Reiche, pidió negociar rápido, centrarse en los «puntos clave» y evitar daños a ambos lados del Atlántico. Este domingo, el canciller alemán, Friedrich Merz, reforzó ese mensaje y pidió «unidad dentro de la Unión Europea» y «líneas de comunicación razonables con el presidente estadounidense» para tratar de evitar los aranceles. En una entrevista en la televisión pública, Merz advirtió que si esas tarifas entran en vigor, su Gobierno «tendrá que dejar de lado gran parte de nuestros esfuerzos en política económica» por el fuerte golpe que supondrían para la industria exportadora alemana. Mostró también su apoyo a la decisión de la Comisión de no responder con contramedidas antes del 1 de agosto, aunque admitió que sería partidario de aplicarlas si fracasan las negociaciones. «Me estoy implicando intensamente para lograr una solución», aseguró, y reveló que ha hablado del tema durante el fin de semana con Macron, Von der Leyen e incluso con el propio Trump.
Tras estas horas de calma tensa, los ministros de Comercio se reúnen este lunes en sesión extraordinaria en Bruselas. Oficialmente, para «analizar la situación», aunque a nadie se le escapa que estudiarán medidas para discutir cómo responder a un socio que ha pasado de ser estratégico a ser explosivo. Y es que, si algo ha hecho Trump desde su regreso a la Casa Blanca, es dinamitar los mercados y utilizar los aranceles para tener posición de fuerza en las negociaciones. Ahí está la tarifa del 50 % a Brasil por lo que considera un «juicio injusto» al expresidente Jair Bolsonaro. Ahora, la pelota está en el tejado de la UE. Al menos, hasta que Trump vuelva a cambiar de opinión.
Fuente EL DEBATE