
Cuando al dispendio, como el que se ha registrado en Educación con el 4 por ciento, se le suma un excesivo, costoso e inexplicable endeudamiento que no se percibe en obras.
Y cuando a ese cuadro se agrega tanto el descuido en el mantenimiento de infraestructuras que demuele presupuestos, como la eliminación o ineficiencia en programas preventivos que retrotraen o agudizan enfermedades en el seno de la población, como el dengue y el cólera.
Sobran razones para entender los irresponsables pujos por más recursos de esta fracasada administración.
Pero ya el pueblo los conoce.
La irreverencia en el incompetente gobierno es inaceptablemente burlona.