Por Freddy González
(Este artículo de opinión y su contenido es de exclusiva responsabilidad del autor)
El sionismo, el fascismo y el nazismo tienen las mismas bases de sustentación: el ultranacionalismo, la superioridad étnica, el militarismo y ocupación y extensión territorial.
Todos fueron y son ultra-reaccionarios, negadores de derechos fundamentales y causantes de genocidios de lesa humanidad.
¿Cuál es la diferencia de la base teórica del nazismo expresada por Adolf Hitler en Mein Kampf (Mi lucha) sobre el llamado “espacio vital” y el que actualmente aplican los colonos israelitas de ocupación continua de las tierras palestinas, practicando los mismos métodos de extinción y genocidios que aplicaron las huestes del nacionalismo hitleriano contra miles de indefensos judíos en todo el continente europeo durante la segunda guerra mundial? Ninguna.
El sionismo, que a diario mata y despoja de sus territorios a cientos de indefensos palestinos sobre todo niños, mujeres y ancianos, sino es igual al nazismo, la diferencia es muy poca.
Benjamín Netanyahu es hijo de uno de los principales propulsores del sionismo israelita, Benzion Netanyahu, judío de origen polaco nacido en la primera década del siglo XX, historiador israelí y convencido del destino predestinado del pueblo de Israel, y cómo dice el refrán: «Hijos de culebras salen larguitos».
Ha sido electo 6 veces como primer ministro, ejerciendo el cargo durante más de 15 años, siendo el que más tiempo lo ha ocupado en la historia de Israel y el único nacido en el territorio después de su fundación en mayo de 1948.
Pero, también, es el único primer jefe del gobierno sionista imputado de corrupción y amenazado con destituirlo, justamente cuando se producen los acontecimientos del 7 de octubre, situación que vino a favorecerle.
Netanyahu es líder del Likud (La Consolidación), una agrupación de la ultraderecha israelita partidaria del despojo de los territorios que ocupan los palestinos para los asentamientos de colonos judíos, no solo en Gaza, sino también en Cisjordania, Hebrón y otras ciudades importantes; por eso se ha venido oponiendo a todo tipo de acuerdo de paz con el pueblo palestino.
En el 2005 Netanyahu abandonó el gobierno de Ariel Sharon en protesta por el plan de éste de retirar a los colonos judíos de Gaza y devolver sus tierras al control palestino.
De ahí que los planes de este genocida sionista de ocupar Gaza, expulsar los más de 2 millones de palestinos que allí residían, como el convertir esos territorios en nuevos asentamientos de colonos, estaban elaborados mucho antes del ataque de Hamás que «sorprendentemente» encontró con los pantalones bajos al más eficaz organismo de inteligencia mundial, el ya famoso Instituto de Inteligencia y Operaciones Especiales (MOSAD), cosa poco probable, pero cierta.
Fue tan sorprendente la acción del 7 de octubre, que el propio Netanyahu, ante la incredulidad que ha generado dicha acción, afirmó: «Llegaremos al fondo de lo que ocurrió en la frontera sur con Gaza. Esta debacle será investigada. Todos tendrán que dar respuestas, incluido yo”.
Esa es la razón básica de la negativa de Israel y sus aliados de occidente de acceder al llamado vehemente de la comunidad internacional de un alto al fuego, que posibilite las acciones humanitarias y que viabilice una solución pacífica al conflicto.
Pero, mientras los planes expansionistas se ejecutan con la complicidad de las principales potencias occidentales, la situación de la franja de Gaza es cada día más crítica.
La directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Catherine M. Russell, afirmó: «Más de 420 niños mueren o resultan heridos en Gaza cada día, una cifra que debería sacudirnos hasta lo más profundo». Si esa cifra la proyectamos a los días desde el inicio del conflicto un (1) mes y 12 días, tendríamos 18 060 niños han fallecido o han resultado heridos a lo largo de la ocupación israelita a la ciudad Palestina de Gaza.
Al día 43 del inicio de los operativos, evidentemente preparados con antelación, las tropas sionistas han ocasionado 12 300 palestinos muertos en Gaza, siendo el 70% mujeres y niños, alcanzando estos últimos la cifra de 5000 que equivale al 40.65% de las víctimas fatales.
Todos los pueblos del mundo, incluido el de Israel, donde no todos son sionistas, deben levantar sus voces para poner fin a ese genocidio que en nada se diferencia del llamado holocausto y que pone en peligro la paz mundial.
Esa orgía de sangre debe detenerse antes de que sea demasiado tarde.
Ese monstruo Netanyahu la historia lo registrará cómo genocida más brutal de la historia de la humanidad, solamente la comunidad internacional puede en estos momentos hacer un movimiento dé repudio contra este salvaje insaciable.RAMON Pérez
Excelente Artículo
Freddy