
Fuentes cercanas a la administración ha confirmado que no se han llegado a contemplar opciones militares seriamente
La administración estadounidense lleva semanas inmersa en una caótica guerra comercial a nivel mundial, aunque esto no parece haberle distraído de otro de sus grandes objetivos: hacerse con la isla de Groenlandia. Donald Trump ha manifestado en numerosas ocasiones su intención de incorporar la isla al territorio estadounidense alegando motivos de «seguridad». No obstante, estas pretensiones han sido respondidas con negativas tanto desde el gobierno de la isla como desde Dinamarca, que sigue siendo responsable de gestionar aspectos como la política exterior y la seguridad.
El último de los choques entre Washington y Nuuk se produjo recientemente, a raíz de la visita del vicepresidente estadounidense JD Vance y otros miembros destacados del gobierno a la isla. Esta generó tanto malestar que finalmente se vio limitada a la base militar que Estados Unidos mantiene en territorio groenlandés. No obstante, los ojos de Trump siguen puestos en la misma.
En su primer día en el cargo, se pudo escuchar al magnate afirmar que Dinamarca terminaría vendiendo Groenlandia, ya que «les cuesta mucho dinero». Unos días antes, Trump había vuelto a hacer referencia a sus planes expansionistas, aseverando que también barajaba recurrir a presiones militares o económicas para conseguir su objetivo: «No descarto nada», afirmó más recientemente en una entrevista a NBC.
Mientras tanto, el gobierno estadounidense habría seguido estudiando fórmulas alternativas para lograr su propósito, ya que aunque desde Copenhague y Nuuk hayan reiterado que «la isla no está en venta», Washington parece tener la esperanza de que sus habitantes sí lo estén. Así lo ha revelado el New York Times, desde donde han accedido a los últimos planes de la Casa Blanca.
Pagos anuales a cada ciudadano
Según explica el rotativo estadounidense, citando a funcionarios anónimos, la nueva estrategia se centrará en la persuasión de los groenlandeses en lugar de la coerción. De hecho, revelan que, pese a los avisos del presidente, el Consejo de Seguridad Nacional nunca ha llegado a considerar seriamente las opciones militares.
Se estaría barajando influir en la opinión pública mediante publicidad, campañas en redes sociales e incluso incentivos económicos. En concreto, la administración podría estar dispuesta a asumir los cerca de 600 millones de dólares que Dinamarca otorga a la isla en concepto de subsidios, con un pago anual de 10.000 dólares a cada uno de los aproximadamente 56.800 habitantes de Groenlandia.
De acuerdo con el medio citado, este importante gasto podría ser compensado con los ingresos obtenidos de la explotación de los numerosos recursos naturales de la isla, como minerales raros, petróleo o gas. Pero el interés estratégico va más allá: Groenlandia ocupa una posición geopolítica clave en el Ártico, una región cada vez más relevante por el deshielo, las nuevas rutas marítimas y la creciente competencia con Rusia y China. Está por ver si la población estadounidense aceptará el coste de una operación de esta magnitud.
fuente: La Razón