
Por Danilo Cruz Pichardo
(Este artículo de opinión y su contenido es de exclusiva responsabilidad del autor)
Es verdad que hay un acuerdo suscrito por ambas naciones que data de 1929, donde las partes pueden hacer uso de ese recurso natural, sin perjuicio a una de las dos naciones. Es verdad que el canal que hace Haití afecta el flujo de agua a territorio nuestro, al extremo de que podría secarse el río. Esa es la realidad irrefutable. Pero surgen las siguientes preguntas: ¿por qué si ese canal inició su construcción a finales de 2020 es ahora que nuestras autoridades activan la alarma, después de tres años de silencio y el presidente de la República informado de que uno de sus contratistas de obras del Estado, Manuel Estrella, estuvo vendiendo los materiales de construcción? Inclusive la Cancillería de nuestro país llegó a suscribir un documento en 2021 con su par haitiano que establece que el canal no representa un desvío de agua. Si no es un desvío, ¿qué es entonces? ¿Y por qué la bulla que se hace ahora, a tal punto que se envían miles de soldados dominicanos a la frontera, creando temor en la población, afectando el comercio bilateral y reduciendo el flujo de turistas hacia la República Dominicana. Es lógico que el apoyo al Gobierno se ha disparado, por ofertar nacionalismo, sin que la mayoría perciba que el elemento causal de ese problema domínico-haitiano, en gran medida, fue creado por nuestras propias autoridades. No se trata de desmentir y condenar de boca el canal, lo escrito tiene más peso que la palabra. Otra cosa: esta crisis viene a explotar cuando apenas faltan meses para las elecciones y en un momento en que el país atraviesa por un proceso inflacionario en bienes y servicios y un fuerte déficit en la oferta del servicio eléctrico, que algunos expertos atribuyen a Celso Marranzini, presidente de Punta Catalina, empresario generador de energía, hombre de los Vicini y antiguo fracasado administrador de la CDEEE. Sin embargo, el Gobierno tiene que ser cauto con lo que luce ser una estrategia política respecto a la problemática con Haití, previendo el efecto bumerang que se produjo en Argentina en 1982, cuando la Junta Militar, desesperada por la impopularidad, producto de la situación social, económica y política reinante, se abocó a la toma de las Islas Malvinas. En principio los militares golpistas y violadores de derechos humanos, que gobernaban a Argentina, lograron apoyo de la población ante el supuesto nacionalismo exhibido. Lograron solidaridad, inclusive, de países de la región, por la sencilla razón de que las Malvinas pertenecen a Argentina. Pero a fin de cuentas las tropas argentinas fueron aplastadas por las británicas en una confrontación bélica que duró 74 días, el país sudamericano perdió más de 600 soldados y la inversión económica contribuyó a profundizar la maltrecha economía. Esa situación motivó a que al iniciar el año 1983 la Junta Militar convoque a elecciones libres y al restablecimiento de la democracia, con el triunfo de Raúl Alfonsín. En República Dominicana se vive una grosera manipulación en torno a la problemática haitiana, aprovechando la gran inversión en publicidad y bocinaje de la comunicación. Analicemos el tema con detenimiento, señalando las causas y posibles objetivos.
Magistral…