La victoria del candidato prorruso en Rumanía puede sumar a este país al frente prorruso que ya suman Hungría, Eslovaquia y Serbia. Son malas noticias para Ucrania y para Bruselas
Hungría, Eslovaquia, Serbia y Rumanía suman en conjunto 458.000 kilómetros cuadrados (casi el equivalente a España) en los que viven algo más de 41 millones de personas. No tienen mucho en común más allá de que comparten fronteras comunes, tres de ellos forman parte de la Unión Europea y de la OTAN y el que no lo hace (Serbia) lleva un tiempo tonteando con ambas instituciones para pedir unirse en un futuro. Y desde este domingo comparten un elemento más: el partido más votado es abiertamente prorruso y, por tanto, actúa de cuña de Moscú en la esfera europea y de la OTAN, con todo lo que ello supone.
Hungría, Eslovaquia y Serbia están gobernados, con mayor o menos dosis de polémica, por gobiernos que defienden los postulados de Moscú y, por tanto, suponen una grieta en el frente europeo de apoyo a Ucrania. Ahora, Rumanía puede unirse a este club tras la inesperada victoria del ultranacionalista prorruso Calin Georgescu (22,9 %) por delante de la derechista Elena Lasconi (19,17). Ambos se disputarán la jefatura del Estado el día 8 de diciembre en la segunda y definitiva vuelta, en la que se decidirá si el país cae bajo la órbita de influencia de Moscú.
Los analistas atribuyen este resultado al descontento popular con las élites políticas tradicionales y a un discurso que promueve relaciones pragmáticas con Rusia, apelando a sectores de la población frustrados por los desafíos económicos y sociales. Pero, más allá de las motivaciones que hayan llevado a este cambio de equilibrios, lo cierto es que si Bucarest llegara a estar gobernado por un partido prorruso, Vladimir Putin habría logrado que tres de los cuatro países de la Unión Europea que hacen frontera con Ucrania tengan posturas más próximas a Moscú que a Kiev, lo que haría más complicado el frente unitario de occidente frente a la invasión rusa.
El caso más sintomático de cómo una voz discordante puede dificultar los intereses de Ucrania es el de Hungría, que bajo el liderazgo de Viktor Orbán se ha consolidado como un país donde el discurso prorruso tiene una presencia significativa. Orbán ha mantenido una relación ambivalente con la Unión Europea y ha expresado en múltiples ocasiones su desacuerdo con las sanciones impuestas a Rusia, destacando la importancia de mantener vínculos económicos y energéticos con Moscú.
Aunque no es miembro de la Unión Europea, Serbia es otro país donde la influencia prorrusa es notable. El presidente Aleksandar Vučić ha cultivado una relación cercana con Rusia, beneficiándose del apoyo de Moscú en temas sensibles como la cuestión de Kosovo. La simpatía hacia Rusia también tiene raíces culturales e históricas, reforzadas por la afinidad religiosa y la cooperación energética.
Por último, en Eslovaquia el ex primer ministro Robert Fico regresó al poder en 2023 tras una campaña con mensajes críticos hacia Ucrania y la Unión Europea, lo que le valió la etiqueta de «prorruso» por parte de sus detractores. Fico ha cuestionado el apoyo militar a Ucrania y ha abogado por una postura más neutral, generando preocupaciones en Bruselas sobre el futuro de la cohesión europea en torno al conflicto en Ucrania.
La influencia de Moscú es cada vez mayor además en distintos partidos ultras con cada vez más presencia en sus respectivos países, como Alternativa para Alemania, el frente de Marine Le Pen en Francia o el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), en una prueba de que Vladimir Putin está ganando cada vez más espacio también en la guerra del relato.
Fuente: La Razón