

El llamado a unas elecciones imparciales en Venezuela ha dejado a Alberto Fernández fuera de la lista de observadores internacionales. En un extenso mensaje que ha publicado en sus redes sociales, el expresidente de Argentina (2019-2023) lamentó este miércoles “con mucho pesar” que el Gobierno de Nicolás Maduro le ha transmitido “su voluntad de que no viajara y desistiera de cumplir con la tarea que me había sido encomendada por el Consejo Nacional Electoral”.
“La razón que se me dio”, explicó Fernández, “es que, a juicio de aquel Gobierno, declaraciones públicas realizadas por mí ante un medio nacional causaban molestias y generaban dudas sobre mi imparcialidad”. En una entrevista el martes con una radio argentina, el expresidente peronista había dicho que cualquiera sea el derrotado en los comicios generales del próximo domingo “lo que tiene que hacer es aceptarlo”
En el Gobierno venezolano “entendieron que la coincidencia con lo que había expresado un día antes el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, generaba una suerte de desestabilización del proceso electoral. Debo aclarar que no comprendo tal malestar. Solo dije que en una democracia, cuando el pueblo emite su sufragio, ‘el que gana, gana y el que pierde, pierde’ y si el oficialismo fuera eventualmente derrotado debía aceptar el veredicto popular.
Otro tanto debería hacer la oposición en el caso de que el resultado le fuera adverso”, se defendió Fernández. Acompañó su mensaje con “la cordial invitación” que el 12 de julio pasado le hiciese llegar el Consejo Nacional Electoral (CNE) para sumarlo a la lista de veedores de las elecciones.
El argentino se había sumado a las declaraciones del brasileño Lula da Silva, que muy enfáticamente dijo que habia sentido “miedo” al escuchar a Maduro decir, en un video que supuestamente fue difundido en redes sin su consentimiento, que una victoria del candidato opositor, Edmundo González, podría derivar en “un baño de sangre” o en “una guerra civil fratricida”. Maduro recomendó a Lula el martes “que se tome una manzanilla” si sus declaraciones lo habían asustado.
Fuente EL PAÍS