
Los conceptos emitidos en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor
Por Franklin Domínguez
En esta guerra lejana nadie es valiente, nadie es cobarde. El hombre autómata no siente valor, no siente temor.Él está solo con sus designios, al lado la súper máquina, frente al tablero pulsa botones para enviar la muerte a los opositores. Rostro sereno, mente ritual, cuerpo enterrado, calcula: acimut, latitud, longitud, coordenada.
De pie o sentado, sándwich y Vodka a la mano, rasga el aire con ruidoso disparo. El bólido viaja en parabólica ruta.
¿Cuál es el blanco? en esta guerra lejana todos somos blancos, lo blanco es blanco y lo negro es blanco.
Zumba el cohete con muchas objivas, ciudades abiertas, hospitales, asilos, son también objetivos.
(En la lucha cuerpo a cuerpo se vive patético sentimiento a: bayoneta calada salpica la sangre, el instinto pelea, pelea hasta la victoria o la muerte).
Tranquilo penetra en la cueva sin calor ni frío y dice para sí.
-Si hay destrucción es más allá de mi vista, no hay prisioneros, muertos, ni heridos en el ámbito mío.
En esta guerra distante lances no veo que millones han muerto yo no lo he visto estoy protegido en mi confortable silo.

(Explosiones, humos y polvo en la pantalla, nube negras radiactivas ambos lados de la tierra, ruinas, incendios, escombros, muertes, desolación, materia flotante…)
-¿quién vive? ¿no quedan vivos? -Si están vivos: la marmota, el topo, y dos cavernarios científicos.
De: José Rafael Abinader Wasap. Poema Soñado.