Por Miguel Solano
Que Lula haya tratado de ensuciar la historia del pueblo bolivariano es un bochorno que yo no tenía en mi agenda de dolor. L.I. Lula estuvo 580 días preso, el Imperio le destruyó a su Odebrecht, expulsó del gobierno a Dilma Rousseff, y nunca, bajo ninguna circunstancia perdió la solidaridad del gobierno y el pueblo bolivariano. ¿Se puede ser tan ingrato?
Yo creo que más que ingratitud hay un dilema de salud, de salud mental. La cárcel es dura, la cárcel enferma, la cárcel llena de odios, llena de resentimientos, llena de temor a los seres humanos, sobre todo llena de incertidumbres a aquellos que han estado en las alturas del poder global, que han estado en las orgías del más allá.
Y entonces, en su alma surge el satánico sentimiento de que en esta tierra no se le puede ser fiel a nada ni a nadie. Y brota como la sífilis la creencia de que lo único valedero es esa habitación de diez pies cuadrados gobernada por un sargento.
La humanidad sólo conoce un caso de un Ser humano que superó ese diabólico drama: Nelson Mandela, quien como poeta nos dejó a Invicto como legado. Lula, como poeta quisqueyano que soy, como interiorista, como boschista ahí te dejé el poema de Mandela para que antes de irte al hogar de los gusanos, antes de irte a la tumba de los desarrollados puedas reflexionar y puedas llamar a Putin y puedas decirle que Brasil retira su objeción y junto con Putin y Xi Jinping viajar a Venezuela y entregarle a Nicolás Maduro su bien ganada membresía de Miembro Pleno del BRICS.
Por favor, Lula, Léelo y actúa:
En la noche que me envuelve,
negra, como un pozo insondable,
doy gracias al Dios que fuere
por mi alma inconquistable.
En las garras de las circunstancias
no he gemido, ni llorado.
Bajo los golpes del destino
mi cabeza ensangrentada jamás se ha postrado.
Más allá de este lugar de ira y llantos
acecha la oscuridad con su horror.
Y sin embargo la amenaza de los años me halla,
y me hallará sin temor.
Ya no importa cuan estrecho haya sido el camino
ni cuantos castigos lleve a mi espalda:
soy el amo de mi destino,
soy el capitán de mi alma.