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El trágico destino del pueblo haitiano lo ha llevado a tener una clase política irresponsable, experta en recurrir a la victimización, intentando siempre eludir sus responsabilidades y culpabilizando a otros países, incluyendo a la República Dominicana.
Lo cierto es que, también de nuestro lado, sectores de la agricultura, la construcción, el comercio, entre otros, quieren seguir de espaldas a las leyes. Debemos estar conscientes de que, a medida que los países avanzan, la mano de obra nativa abandona los trabajos fatigosos, extenuantes, duros y penosos, y se transfiere a labores más livianas. Esto es propio de la naturaleza humana. Por eso surge el desarrollo tecnológico, la automatización y otras modalidades. Por ello, harán falta trabajadores que cubran esos espacios.
Ahora bien, esta mano de obra debe tener, en primer lugar, identidad y debe poder resistir inspecciones que determinen su cobertura:
Primero: En protección de las leyes laborales.
Segundo: En su cobertura de Seguridad Social.
Tercero: Retorno preciso cuando le toque regresar a su país de origen.
Si no ocurre así, debemos saber que la gente se reproduce, y esa reproducción implica la exigencia de derechos de suelo. En consecuencia, como sabemos que esta es una problemática que enfrentamos, es conveniente que no solo los expresidentes Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Danilo Medina acepten —aunque pongan sus condiciones— la invitación del actual mandatario, Luis Abinader, sino que, como muchos han señalado, esta se extienda más allá y convoque a otros sectores de la sociedad.